Las condiciones ideales para guardar el vino

Si eres un amante del vino sabrás que esta deliciosa bebida necesita unas condiciones especiales, así como unos lugares determinados o una temperatura idónea para ser almacenada y que conserve todas las propiedades, así como para que pueda mejorar con el tiempo.

Y es que el vino evoluciona con el paso del tiempo gracias a sus diferentes periodos de maduración, envejeciendo e intensificando el sabor de sus nutrientes. A continuación, te explicamos qué debes tener en cuenta para que este caldo se almacene en unas condiciones ideales que no lo perjudiquen y que intensifiquen su sabor.

Eso sí, se debe tener en cuenta que no todos los tipos de vino tienen que tener las mismas condiciones. Dependiendo de si es un tipo de vino, como el tinto, se deberá conservar de forma diferente a como pueda hacerse, por ejemplo, con un espumoso. En este caso nos centramos en los caldos que se almacenan en lugares secos.

La temperatura

El factor más determinante para que este caldo se almacene perfectamente, es la temperatura. Por regla general, los vinos deben mantenerse siempre a la misma temperatura sin que se sometan a cambios bruscos, ya que estos cambios tienen una gran influencia en la velocidad de evolución de este.

Lo ideal es mantener el vino a una temperatura de unos 16º como máximo, aunque más que esto, lo que prima es la estabilidad y la constancia de la temperatura. Incluso en las diferentes estaciones, hay que tratar que siempre se almacenen en un lugar con unas condiciones similares. Que no se note demasiado el cambio entre una estación y otra. Una bodega suele conservar la temperatura ideal.

La humedad

Un factor determinante a la hora de guardar un vino es la humedad. La escasa humedad puede contribuir a secar el corcho reduciendo su capacidad hermética. Sin embargo, un exceso de esta puede contribuir, así mismo, a estropear las etiquetas, a la aparición de moho y bacterias, etc.

Muy importante pues, buscar un lugar en el cual no se filtre la humedad y que siempre permanezca en unas condiciones similares, al igual que con la temperatura. Normalmente, esta no tiene que bajar del 50% y, si es posible, que se mantenga entre el 70 y 80%.

Luz solar

La luz solar que recibe directamente el vino también es muy determinante. Es por esta razón que las botellas de los vinos suelen ser verdes, para que la luz no pueda atravesarlas o, al menos, en menor medida.

Y es que la luz solar es capaz de alterar las propiedades del vino debido a que afecta químicamente en él. Por ejemplo, puede afectarle a su color —dándole una apariencia más tostada— así como a su sabor. Es por ello que deben almacenarse en lugares donde no llegue la luz solar y donde la luz eléctrica no sea fluorescente o les enfoque directamente.

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La colocación

La colocación es, así mismo, fundamental. Lo que se consigue con ello, a pesar de lo parezca que se produce el efecto contrario, es que el tapón siempre permanezca húmedo. Con ello conseguimos, tanto si hay suficiente humedad en el ambiente como si hay una carencia de esta, que el corcho esté siempre húmedo y que conserve sus propiedades aislantes al hincharse. De esta forma la botella permanecerá herméticamente cerrada.

Los olores

Por último, lo que debemos tener en cuenta es que el lugar de almacenamiento permanezca libre de olores. Esto es así porque una vez abierto, y hasta que vuelva a cerrarse herméticamente, el vino puede ir absorbiendo los olores de los alrededores, ocasionando una alteración en el caldo.